Autor Juan Carlos Grajales Gómez.
Yo te quise siempre toda, todita, niña bonita
al beber el agua de tu bendita fuente ,
buscando en el artilugio de nuestras pasiones
aquello que tu y yo, solo sabemos.
Tus manos, esas pequeñas manos,
recorrieron mis noches sedientas,
cuando yo buscaba en tu alma frágil
la mágica ruta que nos llevaría al cielo.
Esas manos que me daban el pan
son todo lo que yo más anhelo.
Decías que de mí todo lo aprendiste
y floreciste desde las entrañas del suelo,
cuando bajo el cielo fuimos felices
y se mecían en el hilo de mi delgado espíritu
el ardor de mis viejas sensaciones.
Maldito error que confiaras a alguien
la fórmula secreta de nuestro Amor
que tracé en el camino de tu vientre
cuando gemía tu alma hambrienta
desde el desgarrador grito de la vieja flor.
Flor dormida fuiste un día
por abandono de tu sembrador
yo te encontré sin querer y marchita
y prometí cual Cid campeador
regarte con cántaro de fe todos los días
pero el campo seco está y ya no palpita
Flor dormida de vil ensoñación.
miércoles, 12 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario